domingo, 21 de abril de 2013

Lem Ryan y la fantasia heróica.


Resulta curioso, al repasar algunos números de la revista Nueva Dimensión, comprobar el escaso aprecio que se hacía, por parte de editores y lectores, del Fantasy en general y la Fantasía heróica en particular. La ciencia ficción era hegemónica, y todo, en aquellos años de la trancición, estaba fuertemente politizado; a la incautación, por parte del gobierno, de los ejemplares de la revista que incluía un cuento supuestamente independentista vasco (Gu ta gutarrak), se unía, por ejemplo, un artículo en el que sostenía la tesis de que Mazinger z era, en relalidad, propaganda del imperialismo americano (Algún dia reproduciré aquí el artículo; no tiene desperdicio). Eran los años en los que existia una línea muy clara entre lo que era ciencia ficción y lo que no, y la ciencia ficcion era progresista, y la fantasia y el terror eran reaccionarios. Se salvaba de la quema  un muy minoritario Señor de los anillos, y poco más.
 Tambien se conocía a Conan, el bárbaro, de Robert E. Howard.

Y si hemos de tomar al personaje como arquetipo del héroe de este subgénero tenemos que admitir que algo de razón no les faltaba. Al dawinismo social fascista (La fuerza y las armas te llevaran al exito, del campo de batalla al trono de un reino, de una "civilización" que, por sistema, siempre es "decadente"), al racismo que impregna todos los escritos del tejano; aunque eso es algo común en el mundo de la novela popular de los años en los que se creó.
 Sin embargo, los que amamos el género, nos quedamos con el vigor, la fantasía y la aventura de este tipo de historias. R.E.H. era un magnífico narrador y algunas de sus historias están entre lo mejor del pulp estadounidense.
 Lo cierto es que hubo un tiempo en que la proporción de lo publicado de ciencia ficción y de fantasia se decantaba claramente por lo primero. Y era por aquellos años en que un autor de novela popular española se empeñó, sin complejos, en escribir fantasía heróica. Se trataba de Lem Ryan (Francisco Javier Miguel Gómez), que en la colección Héroes del Espacio, nº 161 publicó una novela en la que presentaba un héroe howardiano, Katham, en un mundo fantástico: La espada de Katham.
 En una posterior novela, Espada y brujeria, que prologa con un canto al género que cultiva, continúa con las aventuras del personaje. En otra, La torre de piedra, crea a una pareja de aventureros, Arakh e Iana de Taaron, que recuerda a otra pareja, esta deudora más de los comics de Roy Thomas que de los escritos de R.E.H., Conan y Valeria. E insiste el autor con la fantasía heróica publicando El coloso dormido, con un personaje llamado Almuric, homenaje evidente, de nuevo, a Robert E, Howard.



 Lástima que poco despues el mundo de los bolsilibros se hundiera ; quizás Lem Ryan hubiese podido continuar con las aventuras de Katham, el bárbaro, o de Arakh e Iana, personajes y novela que personalmente me parecen lo mas interesante del autor en este género.
 Quizás en un futuro, o en un pasado, de mágia y violencia, de héroes y dioses. Crom nos escuche.

viernes, 19 de abril de 2013

Ralph Barby (Ángels Gimeno, Rafael Barberan)


 De la misma manera que en los años ´50 del pasado siglo a los autores que venían del western y del folletin patrio les resultó duro amoldarse a las hechuras del género negro que comenzaba a popularizarse (Con la apuesta de ediciones Rollan y la colección FBI), para los novelistas de la casa Brugera de comienzos de los ´70, al inaugurarse la colección Selección Terror, continuaron con la inercia que traían de Punto Rojo. Algunos nunca acabaron de entender qué era aquello del "terror".  Me refiero a que se acomodaron al relato con "efecto Scooby doo"; esa historia que comienza como una trama macabra, efectista, con tintes sobrenaturales y que acaba en una explosión de racionalismo; el fantasma era en realidad el gerente del parque de atracciones, disfrazado de jinete sin cabeza para alejar a los curiosos... Para qué seguir, todos sabemos de qué clase de tomadura de pelo estamos hablando.
 Ralph Barby, Ángels Gimeno y Rafael Barberan, que esas son las verdaderas naturalezas del ese ente literario, comprendieron, casi desde el principio, que el verdadero Terror es el terror fantástico; ese que se adentra sin complejos en lo Desconocido, lo Imposible, lo Onírico; la Pesadilla, en suma.
 El terror de Ralph Barby está lleno de aciertos, sobre todo cuando bebe de la mitología clásica (Los gatos de Circe), de las leyendas populares (o cimematográficas, que viene a ser lo mismo). el satanismo; invoca a los espíritus de la manera más original, y coherente, ninca leída (Pensión de Paris). muestra a las Sirenas con su verdadera naturaleza, la que descubrió Ulises (El archipiélago del horror); los espíritus, la maldad, juega con los humanos a su antojo...
 No todo lo escrito por Ralph Barby es bueno, pero lo bueno merece pertenecer en el club (Escaso, ay) de la mejor narrativa fantástica española. Ademas, en sus novelitas, se puede descubrir la crónica de un tiempo y un pais, esos confusos primeros años ´80; sus inseguridades y sus miedos. El despertar de una pesadilla y el descubrir que que se sigue soñando...
 Ángels y Rafael merecen una urgente reivindicación. Propongo que les enviemos a los dueños de las grandes editoriales de este pais muñecos vudú, con un anónimo que diga que no retiraremos la maldición hasta que no se publiquen las obras completas de Ralph Barby.






 

jueves, 18 de abril de 2013

Gun-kiss, Alexis Barclay (Antonio Viader Vives)



 Alexis Barclay era conocido por el público de la novela popular por ser el creador de la serie BANG, Agente "000", en editorial Ferma (emigrada tiempo despues a Euredit, donde se retituló Bringer Advice Nomenclatura Gemini ¡?, desde el numero 1), dode un grupo de espias en la estela de James Bond, protagonizan unas historias llenas de psicodélia y filocienciaficción muy de la época.
 En editorial Antalbe, a principios de los ´70, al calor del exito (relativo) de Modesty Blaise, el comic de Peter O´donell y magníficamente dibujado por Jim Holdoway, y la película de Losey y Mónica Vitti (rubia, cuando Modesty es morena), y el más probable de Brigitte "Baby Monfort, de Lou Carrigan (del que hablaremos más adelante), Alexis Barclay crea Gun-Kiss, una fugitiva por un crimen que no cometió, reconvertida en vengadora de los desvalidos, en unas tramas de género negro aventurero, con toques extravagantes.
 Gun-Kiss, de nombre Aloha Galante, una peliroja habil con el lanzamiento de cuchillos con lo que se gana la vida en garitos de mala muerte, se ve envuelta en un caso de proporciones mundiales que la lleva a Oriente medio, y le hace jurar, al final, que dedicará sus fuerzas y sus posibilidades a combatir el crimen.


 A pesar de que en el interios de las novelas se relaciona una lista de 11 volúmenes, a nosotros solo nos constan 5 publicados. No debió ser un exito, y a ello pudo contribuir el que el bueno de Antonio Viader Vives, no supo, o no le interesó mantener el protagonismo de aquella que daba título a la colección; Gun-Kiss, a partir de la segunda novela, se limita a convertirse en una patrona que recluta colaboradores para llevar a cabo la labor de campo, a la manera del dueño de la agencia de espias BANG, Graham Nolan, su otra serie. Es un misterioso y duro expolicia apodado "Frío"el que lleva todo el peso de la serie. Una incongruencia que convierte lo que pudo ser una sugerente y novedosa serie en unas novelas sin nada distinguible de otras de género, sin ir más lejos la propia BANG.
 Sin embargo las historias son amenas, Alexis Barclay es un buen narrador, contienen detalles interesantes (y delirantes) como la pareja de jovencitas lesbianas sicópatas homicidas de Sacrificio, o el grupo criminal de nenas que apuñalan con sus manos desnudas, o el génesis de otro de los colaboradores de Gun-Kiss, en la mejos novela de la serie A ritmo de marcha fúnebre. El autor, cuando está inspirado es capaz de construir narraciones muy estimables.
 Si acaso se le puede achacar, en el estilo, el que todos sus personajes hablen de la misma manera, tanto el villano megalómano de turno hasta el pistolero de tres al cuarto de relleno. Esto despista mucho al lector, pero es un reproche que se le puede hacer a muchos otros.
 En definitiva, una interesante serie que pudo ser y no fué, fallida en su concepto general, pero compuesta por un par de novelas realmente buenas.


martes, 16 de abril de 2013

Un bolsilibro inusual.

 Howard Style es un detective privado de San Francisco. Tiene alquilado un cuchitril desvencijado como oficina, y emplea a una hermosa rubia ("... de piernas de alabastro, que empezaban en unas caderas jónicas y terminaban donde a ella le diera la gana."), de ojos azules, enamorada, como no, de su jefe, y que tiene por bien empleado el no cobrar todas las semanas si, al final, el patrón paga para toda la vida en la vicaría.
 Howard Style juega con ella, como juega con todas las mujeres hermosas con las que se topa a lo largo de la novela. Es bien parecido, joven y veterano de Corea, por lo que no tiene prisa por atarse a nada ni a nadie.
 En principio su actitud, y en consecuencia la de todos los personajes que pueblan la novela, no se diferencia en nada de la de sus compañeros de profesión en el mundo de la novela popular. Ellos son el espejo en el que los españolitos de a pié se querian ver reflejados -solteros, jefes de sí mismos. arrogantes -, y Ellas son, sin excepción, hermosas, pizpiretas e ingenuas, sin llegar a ser tontas, si acaso menores de edad intelectualmente.
 Establecidos en los primeros párrafos el ambiente y el escenario, Clark Malloy, el autor da inicio a la trama presentando a Lisa Stellman, una señora de la alta sociedad que acude al detective privado para encargarle un trabajo sencillo: encontrar a un familiar díscolo no debe ser dificil para un sabueso experimentado. La señora Stellman, viuda y joven ("De una belleza felina, con su rostro afilado y sus ojos de gata; morena, como lo son las hijas de Lilith."), aprecia de veras a su cuñado. Este, deprimido tras la muerte violenta y fortuita de su hermano, aficionado a la botella y frecuentando malas compañías -jugadores y bebedores, no piensen otra cosa- ,tres dias atrás salió de juerga y se perdió su rastro.
 La paga es buena, el trabajo sencillo, la señora menos triste que lo que deja ver, con su entallado vestido negro y las ojeras cuidadósamente perfiladas con rímel. Howard Style piensa que su suerte comienza a cambiar. Recorre las callejuelas y los muelles de San Francisco siguiendo una pista muy clara; el cuñado de la señora Stellman se hacía notar por donde fuera. Todos los dedos apuntan hacia el garito de Ma Papua, un lugar extraño, levantado en los tiempos del contrabando, regentado por unos indivíduos de hablares arcáicos y expresiones piratescas, como actores de una vieja obra de teatro escapados de un manicomio.
 A partir de este punto la novela trancurre por senderos no habituales en los bolsilibros de la época. La trama se mantiene, en la superfície, como ese híbrido de novela de misterio y elementos supuestamente sobrenaturales que llegarían despues, en la década de los ´70, pero no deja de resultar evidente que, por debajo de esa superfície, fluye una corriente siniestra, macabra. Algunas claves, sutiles, pero perféctamente identificables para los conocedores del pulp americano de Weird Tales, por ejemplo, nos indican que, lo que parece un negocio de trata de blancas "muertas", fictício, lo es -lo son- en realidad.
 El protagonista de la historia, al final, despues de un fenétrico viaje lleno de peleas a puñetazos, tiroteos, y requiebros galantes, como era de mandar, descubre, o intuye, que la frialdad al tacto de la señora Stellman, no era debido a la brisa del océano.
 Son muchos los detalles que hacen de esta novelita algo inusual dentro de este tipo de literatura; en primer lugar la editorial en que se publica, una ignorada por nosotros Editorial Geasa, de la que solo tenemos constancia de este ejemplar, el número 15 de la colección Puerta Secreta; en segundo lugar la identidad real de Clark Malloy. Ni su estilo, barroco, oscilante entre la erudición y la chabacanería ("El tipo aquel le recordó a Polifemo, pero aquel no le tomó por "Nadie"; le vió con su ojo bueno y se dispuso a machacarle los higadillos."), ni en la trama.
  Al pricipio transige con la censura, pero hacia el final se permite torearla: "Buscó algo que no encontró bajo la toalla, hasta que le asió la muñeca. Su tacto era frio, pero su mirada era de fuego."
 Y la extrañeza por el texto se acentúa cuando leemos esos comentarios como a vuela pluma, fugaces, acerca de lugares antiguos e impios, criaturas de otros tiempos y, quizás, otras dimensiones, y zombies de las profundidades marinas, que nos remiten a los cuentos del Maestro de Providence.
 Estos son todos los datos que conocemos de  De entre las muertas, de Clark Malloy, número 15 de la colección Puerta Secreta, impresa en Madrid, en Abril de 1957, al precio de 5 pesetas.

miércoles, 3 de abril de 2013

Mark Halloran ( Jorge Gubern Ribalta)

Jordi Gubern Ribalta fué directivo en Brugera, pero antes de eso, con el sobrenombre de Mark Halloran, fué uno de los autores de novela popular española de posguerra más interesantes. Lo que más llama la atención al leer alguna de las novelas policíacas que escribió en los primeros años de la colección Servicio Secreto, de Brugera, es que, además de un cuidado estilo narrativo, Gubern-Halloran se preocupa de dar, sobre todo a los personajes secundarios, o episódicos, un fondo sicológico sólido.
 Su primo Román Gubern comentaba que habia sido un autor que, en la primera serie con personaje fijo, Mike Palabras, en Ediciones Clíper, que no acabó de cuajar, que destacó por ser un precursor del western humanista.
 En su novela ¡Bienvenida, muerte!, a pesar de esa primera frase lapidária, producto de una época y un pais ("Ahora que sabía que iba a morir en aquel lejano mundo sucio, frío y sin gracia, el hombre que se hacía llamar Lichtwitz dedicó un fugaz pensamiento a su madre, otro a su patria y otro a Dios") (¡), su descripción de la rusia roja y de sus habitantes no es tan naniquea ni ramplona como era habitual; su villanos tienen motivaciones complejas ( en El sentimental, las causas y razones del asesino en cuestión son perversas pero reconocibles en ciertos personajes que cualquiera conoce), No son malos per se, ni megalómanos disparatados, como por desgracia abundan en el género popular.
 En definitiva, Gubern-Halloran demuestra tras cada lectura de sus modestas novelitas de usar y tirar, que hay tras ellas un muy digno autor, al que hay que reivindicar.