En estos tiempos en los que las nuevas tecnologías se han afianzado en un mercado editor, ya tocado de gravedad, un mundo digital en el que antes de que salga algo al mundo "real" ya ha sido copiado, distribuido, regalado, y un mundo en el que el espacio literario parece no tener sitio para esos "hermanos menores", un tanto inmaduros y simplones, la única manera de destacar entre la montaña de novedades es incidir en la calidad y la hermosura.
Sí, hermosura, preciosidad. Es un objeto agradable en sí mismo, algo que no solo se lee, si no que se contempla, se manosea, se huele, se acaricia. Algo que se sitúa en la estantería favorita de nuestra librería y se mira de cuando en cuando. Quizás me deje llevar por la pasión, y no sea objetivo, pero nunca lo he sido en cuestión de libros y soy partidario de la lectura de siempre, en libros, en papel, negro sobre blanco y rodeado de montañas de papel.
El caso es que eso es lo que la editorial Darkland ha buscado con su nueva e inminente colección Archivo Negro. Cuidando el aspecto exterior, el continente, con las ilustraciones originales de esos libros de coleccionista. Y un contenido que recupera obras que mucha gente espera desde hace mucho tiempo, o no conoce y siente curiosidad y quizás descubra obras que merecen la pena, que no son meras novelitas de consumo fugaz y banal.
Si el "experimento" funciona, son los lectores los que lo juzgarán. Si ellos/as quieren hay mucho, mucho material pendiente, ahí, en el arcón de las joyas y el ajuar de la abuela.. que la nieta se pone sobre los vaqueros rotos.
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