viernes, 8 de agosto de 2014

Gran Fantasy y Tim Powers

 En aquellos tiempos, no demasiado lejanos, en que, aunque les parezca increíble a los más jóvenes de la reunión, internet no existía, ni se tenía la facilidad actual de buscar información y reseñas sobre cualquier autor por el que tengamos curiosidad, e, incluso, tengamos la oportunidad de comprar sus libros con un click del ratón, uno se tenía que buscar la vida en solitario, patearse las librerías -escasas, siempre escasas -de una capital de provincias cualquiera, y pasarse las horas muertas delante de las estantería marcadas con los carteles de los géneros que te interesaban, buscando los nombres de los autores que ya conocías y te gustaban. Si no encontrabas uno de esos remoloneabas ante los expositores, observando atentamente las ilustraciones de las cubiertas, y leías las reseñas con que la editorial, en la contracubierta te incitaba para su adquisición. Pero no hacías mucho caso de los elogios que pudieran hacerte, pues eran comentarios de parte interesada; más bien te dejabas llevar por una corazonada, por un qué-sé-yo-yo-qué-sé, que hacía que echases un vistazo a tu cartera, te lo pensases dos veces, y al final lo adquirieses. Era una apuesta que si salía mal y era un tostonazo insoportable te obligaba a esperar un tiempo hasta que tu presupuesto se recuperase.
 Una de las colecciones en que la apuesta tenía un más alto porcentaje de aciertos era Gran Fantasy, de la editorial Martínez Roca, hermana de Gran Super Ficción, Gran Super Terror y prima de Colección Fantasy y Super Ficción, dirigidas por Alejo Cuervo. En esas colecciones descubrí a Terry Pratchett, las historias de Fafhrd y El Ratonero Gris de Fritz Leiber, a Michael Moorcock; leí Muero por Dentro de Robert Silberverg, o Las Tropas del Espacio, de Robert Heinlein, Las primeras historias cortas de Philip K. Dick, Las Estrellas son la Estigia de Theodore Sturgeon; en suma, una larga lista de clásicos de la ciencia ficción y la fantasía y algunas obras y autores nuevos que a partir de entonces se asentarían como hitos de estos géneros, y me refiero, por ejemplo a Bosque Mítago de Robert Holdstock, una de esas novelas con un profundo poso, una mezcla espesa y umbría que se te pega al olfato y por lo tanto a lo más hondo de tu memoria.


 Hablo de esa novela que nos llamó la atención, recostada en el anaquel de la librería, mostrándonos un ilustración de cubierta de Corominas, barroca y dinámica, un título enigmático, En Costas Extrañas y un nombre de autor desconocido, Tim Powers. Nos informaban en la cubierta que se trataba de "Una extraordinaria novela de fantasía histórica centrada en la piratería del siglo XVIII en el Caribe", y en la contracubierta nos contaban que allí dentro estaban el pirata Barbanegra y John Chandanac, tenedor de libros y titiritero (!), que conoceríamos una tripulación de zombies, que haríamos un viaje por los pantanos de Florida en busca de La fuente de la Eterna Juventud, y que batallaríamos contra la flota de la Marina Real Inglesa. Toma ya.


 También se nos decía, en la cubierta, que este autor desconocido también había escrito, y publicado en esta misma colección Las Puertas de Anubis. (¿Veis a lo que me refería cuando hablaba de los tiempos en que no existía internet, muchachos? Hoy tecleas en google el nombre del autor y conoces al instante sus obras y milagros; en aquellos dias, si se te pasaba, como se me pasó, en las rondas periódicas por las librerías vivías en la bendita inopia.)
 Otra cosa que me llamó la atención fue ese nuevo concepto de la "fantasía histórica". Conocía la "fantasía épica" y la "fantasía oscura", pera esta subclasificación de la fantasía no.
 Y una vez leída la novela entendí a qué se refería. No era una manera de llamar, en la variante de la novela fantástica, a esa modalidad, más frecuente en la ciencia ficción, de la ucronía, esas ficciones en las que un hecho puntual, en un determinado devenir histórico, sucede de manera diferente a lo conocido y por lo tanto toda la línea histórica posterior diverge; si la conspiración para asesinar a Julio Cesar nunca se produjo, Cesar continua su reinado y el futuro se abre. Esto, sin embargo, se refiere a la capacidad de encontrar entre las notas a pié de página de los libros de historia esas anécdotas o esos detalles dónde se agazapa la magia, lo extraño, la fantasía. Es esa historia desconocida, pero sospechada, que nos explica la verdadera razón de porqué Edward Teach, Barbanegra, se enredaba en la espesa barba cabos de vela encendidos, además de para impresionar a lar tripulaciones de los barcos que abordaba, por ejemplo. O nos enseña porqué la Magia huele a metal caliente. En aquel entonces yo trabajaba en un taller de platería y conozco perfectamente cómo huele el metal caliente; desde aquel momento soy capaz de identificar cuando y dónde se practica la Magia Antigua.
 Y todo esto envuelto en una narración repleta de sucesos, extraordinarios, sorprendentes, y de personajes fascinantes, grotescos, y todo esto atravesado por un humor a veces extravagante, a veces cruel y morboso.
 A partir de entonces busqué y fui adquiriendo, a medida que salían, todos los libros de este autor que se publicaban por estos lares. Y en todos los que leía encontraba estas mismas virtudes que había encontrado en esta novela de piratas. Las Puertas de Anubis, su, según muchos, mejor novela hasta la fecha, ganadora de los premios Philip K. Dick Memorial 1984 y Apollo 1987. Cena en el Palacio de la Discordia, el más explicito homenaje a Philip K. Dick en la novelística de Powers, en una historia postapocalíptica y acerca de sectas religiosas y la anulación de la personalidad individual; La Fuerza de su Mirada o el abrumador y fascinante retrato de los poetas románticos ingleses y del pago sublime y terrible de la creación artística; La Última Partida, o un viaje por la Norteamérica Oculta y Mágica, con su centro neurálgico de Las Vegas, como En Costas Extrañas lo fue del Caribe, o la constatación de que los juegos de azar son mucho más de lo que el jugador casual cree, como bien explicó Borges en La Lotería de Babilonia; Esencia Oscura, o un renacimiento de los mitos Artúricos en el asedio de Viena por los turcos en 1683. Declara, lo último de su producción que vimos por aquí, ya en Gigamesh ediciones, al igual que Esencia Oscura, y un resbalón en su carrera; un exceso de páginas, tendencia que ya traía desde La Fuerza de su Mirada y La Última Partida, pero sin la fluidez narrativa de estas; por el contrario en una novela densa, morosa, abrumadora, y, sobre todo, fría.

 
 
 
 
 Pero en septiembre Gigamesh va a editar Ocúltame Entre las Tumbas , una suerte de continuación de una de sus mejores novelas La Fuerza de su Mirada, además de una selección de historias cortas en Sembrando Piedras , y este que suscribe ya está tachando en el calendario los días que faltan para que salgan estos libros de este autor que fue, es, a la fantasía lo que William Gibson lo fue a la ciencia ficción y Clive Barker , con Los Libros de Sangre, al terror.


  

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