sábado, 26 de julio de 2014

La Baronesa, Ralph Barby


 
 Hay una escuela de pensamiento que, al parecer, propugna que los que hagan alguna crítica o comentario acerca de una obra creativa procuren ser lo más objetivos posible en su criterio; que contengan sus emociones para no contaminar demasiado el fondo de la obra en cuestión; que se valoren los aspectos técnicos de, por ejemplo, un film, que tengamos en cuenta los materiales, la herencia estilística empleados e integrados en una obra plástica, que apreciemos la pulcritud narrativa y sintáctica de un texto literario.
 Esa variedad de la crítica tiene dos inconvenientes. El primero que si no tenemos conocimientos técnicos de la materia que tratamos (si no hemos manejado en nuestra miserable vida un tomavistas, una cámara digital, o hemos visto 30 veces una película para reparar en sus planos, planos-secuencia, fotografía, etc; si no hemos pintado garabatos en los bordes de los libros de texto, si no hemos atendido en las clases de historia del arte, o no entendíamos -y seguimos sin entender- para qué hay que diseccionar, cual cirujano de las letras, una frase para desentrañar sus secretos gramaticales) no podemos juzgar nada.
 El otro inconveniente es que es imposible.
 No podemos deshacernos de nuestro bagaje histórico, emocional, sensitivo; de nuestras fobias, nuestros caprichos, o nuestros inmensos errores como el que se sacude del lomo el agua de lluvia. Desengañaos, no existen los "especialistas" en las creaciones artísticas humanas. Tanto los creadores de sus obras como los receptores de sus obras somos criaturas hechas a partes iguales de razón y de emoción, y los estudios científicos están bien para crear softwers informáticos, o para dilucidar si en el espacio exterior existe ese planeta gemelo que nos pueda acoger cuando destruyamos este en el que viajamos ahora por el universo, no para la ficción.
 Cada cual es un Mundo y una Historia personal e intransferible. Y está bien que así sea.
 Todo este rollo macabeo viene a cuento de que a mí me gustan los bolsilibros de terror de Ralph Barby. En mi colección de bolsilibros de la colección Selecciones Terror de Brugera sólo conservo novelas de Curtis Garland-Donald Curtis (Juan Gallardo Muñoz, 1929-2013 ) y de Ralph Barby (Rafael Barberán, Ángels Gimeno). Esto no quiere decir que todas las novelas cortas que escribieron estos autores en esta colección fueran buenas, incluso hay alguna mala; pero las que son buenas, son buenas de verdad. Cuando al talento y experiencia narrativa de los autores se une una trama que incorpora esos elementos desestabilizadores de la realidad, que se entrega a lo Irreal, lo fantástico, la pesadilla, se consiguen unos relatos que se pueden considerar clásicos de la literatura popular española, cuya eclosión se produjo con esta colección de Brugera y cuyo hundimiento fue el de esta editorial; cosa de una década, los ´70, y parte de la de los ´80.
 Ahora Ralph Barby (Rafael Barberán), en solitario, se diría que retoma la línea de aquellas novelas de aquellos años y crea una historia que comienza, precisamente, en los años finales del pasado siglo. Pero esta es una novela que puede contar con más páginas que aquellas noventa y tantas fijas de los bolsilibros, aunque no más ambición narrativa, que eso ya lo tenían los bolsilibros, aunque condensada, pero sí mayor espacio argumental, para describir cómodamente lo que le interese al autor.
 Es esta la historia de una mujer atractiva, decidida, ambiciosa, a la que llaman La Baronesa, que persigue un objetivo claro en su vida, y para el que despliega todos los recursos a su alcance para conseguirlo.
 La impresión de prólogo, de presentación de los diversos elementos que se disponen en un escenario embrionario ("embrionario"; ya entenderán la alusión cuando la lean), se confirma con la conclusión de la novela, que deja abiertas una vías que se desplegarán en la prevista segunda parte de La Baronesa.
 Antes he escrito que Ralph Rarby ha escrito esta novela en solitario, pero eso no es del todo cierto. Más exacto sería decir que la escribió a dos manos, porque el Ente Ralph Barby lo forman dos personas, y Ángels Gimeno siempre está presente aunque no redacte una línea. Rafael Barberán lo deja claro en la dedicatoria del libro.
 Libro que se pondrá a la venta en los comercios del ramo en septiembre pero que ahora se puede conseguir, sin problemas, en la página web de Alberto Santos Editor. También se pueden conseguir algunas de las novelas clásicas del autor en Lady Valkyrie, ladivalkirie.com





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