lunes, 27 de abril de 2015

Colección Congo. Rogers Kirby.

 

 La colección Congo, de Bruguera, fue una de las más cortas de la editorial (sólo 26 números), junto a la de Alto Secreto, Bonanza, Big Ben o la colección Iris, dedicada a los personajes de Arnaldo Visconti. Esta en particular, al nacer y morir a mediados de los años ´50 del pasado siglo, resulta una de las más desconocidas y difíciles de encontrar. Por eso, al recibirla gracias al compañero Luis Castillo, me apresuré a leerla, a estudiarla casi como un objeto arqueológico.
 "La ruta de los massai", de Rogers Kirby (Ángel Gordon González) nº 13, 1956. Ilustración de portada sin firmar, que atribuyo a Vicente Roso Mengual, que fue uno de los dos ilustradores, junto a Antonio Bosch Penalva, que participaron en esta colección.
 Rogers Kirby no es uno de los autores más interesantes de la novela popular española y en esta novela, aunque resulta entretenida y se lee con facilidad, se reúnen todos los lugares comunes de la cultura popular de aquel tiempo. El áfrica que nos muestra el autor es un áfrica que nunca existió, y, a pesar de las notas a pie de página que nos "aclaran" ciertos detalles y curiosidades de la geografía, fauna y costumbres, incluso comprobadas de primera mano por el propio autor, sospechamos que son exclusivo producto de la imaginación del autor; un escenario más legendario que real, un continente Negro, desconocido, donde todo era posible porque todo era desconocido. Y quizá esa sea la razón de que se lea tan bien, ese encanto de esa historias de tiempos más sencillos, donde los héroes eran de una pieza, modelos de virtudes equiparables a las de los semidioses, de hazañas legendarias, el Gran Cazador Blanco; de un mundo habitado por "salvajes" divididos entre guerreros y porteadores, de bestias salidas de crónicas de viajeros borrachos de maravillas mientras buscaban senderos para expandir sus imperios coloniales.
 Y quizá esa sea la razón del fracaso de esta colección; en esos años comenzaban los procesos de descolonización de muchos de esos países delimitados a capricho de las metrópoli respectivas, e imagino que alguna noticia se reflejaría en la radio y los periódicos de la época; la realidad que mostrarían sería muy diferente a la imaginada por el cine y las novelas. Una realidad más prosaica y menos romántica. Los cazadores de fieras daban paso a los promotores de safaris. O quizá los lectores preferían los escenarios habituales del oeste americano a esos postizos del áfrica misteriosa.
 Sea como fuere una colección que en principio lucía fascinante fue un fracaso. Aquellas novelas nunca fueron reeditadas en alguna colección posterior y como sucedía con los bolsilibros de aquellos primeros años son muy difíciles de encontrar,  si no han desaparecido para siempre.
 Ahora solo queda esperar que los hados sean propicios y salgan a la luz, por alguna insospechada vía las restantes novelas de esta colección, y sobre todo, las cuatro de cuatro de los mejores autores de la Casa Bruguera: Charles Mitchell, Mark Halloran, Peter Debry y Silver Kane.
 


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