miércoles, 10 de julio de 2013

Curtis Garland.

Curtis Garland y tres perlas.

 Al ponerme ante el teclado tenía la intención de reseñar las influencias ajenas en la elaboración de tres novelas de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz), pero la planificar los comentarios de la primera de ellas, Los Vampiros nunca Mueren, Selección Terror nº 184, 1976, he tenido lo que creo que le ocurrió al autor: empieza con una, continua con otras, y al final construye algo completamente original. En el frontispicio transcribe un párrafo del final de Soy Leyenda, de Richard Matheson, recientemente fallecido, e incluso dos protagonistas la comentan al principio, pero todo queda ahí, acto seguido se hace referencia a la novela fundacional del Vampirismo, Drácula, de Bram Stoker, en una curiosa pirueta: el protagonista de la historia es, nada menos, que un descendiente directo de Jonathan Harker. Sí, ese Jonathan Harker. Jeffrey Harker, se llama y es un escritor de libros de divulgación y ensayo de ciencias ocultas. Y la cosa continua trasladando la acción a Groenlandia, a una base científica en el Círculo Polar, donde se ha encontrado algo extraño sepultado en un bloque de hielo... Sí, The Thing, pero la de Howard Hawks de 1951, porque, a pesar de que uno de los personajes se llama Carpenter, la del otro Carpenter, John, es de 1982, mucho despues de escrita esta obra, en 1976. Y a partir de aquí acaban los homenajes y Curtis Garland construye una historia de vampiros espaciales en un entorno de noche perpértua ( sí, la novela gráfica de Steve Nyles, y una historia de DC de los años ´50), donde no necesitan ocultarse de la luz del sol, nunca. A pesar de alguna incongruencia referente a una cantinera turgente en medio de un campamento científico y un deambular sin protección adecuada en medio de una tormenta polar, la novela es apasionante, se devora, más que se lee.


 La siguiente novela en el turno, Dinastia Diabólica, S.T., nº487,1982, tiene más clara y definida la influencia, es una vuelta de cuerda a La Profecía, The Omen, y en ella presenta aun personaje con mucho potencial que ignoro si lo volvió a utilizar en alguna otra novela, porque tendria recorrido; se trata de un detective privado interesado por todo lo Oculto, al que le encargan un trabajo en el que debe proteger a un niño acosado por presencias invisibles y una antigua maldición. Una de las novelas que me engancharon a Curtis Garland, apasionante y dificil de abandonar hasta terminarla.


 Y, en la tercera de esta tanda la referencia es evidente, si se conoce la película de 1972, Pánico en el Transiberiano. Miedo en el Orient Express, en el título de esta novelita de Garland, en S.T. nº 583, de 1984. Realmente no es una historia de terror sino una de esas narraciones de misterio, con algún elemento macabro para despistar al lector. Pero, en este caso resulta una historia muy entretenida, en ese escenario apasionante por los nevados bosques de europa del este, a la luz de gas, done se suceden crímenes y apariciones fantasmales. Está bien resuelta (personalmente en mí funcionó la manobra de despiste y ni me lo olí) y quizás pertenezca a ese grupo de novelas victorianas de las que Alberto López Aroca hace relación es su blog.


 He titulado este artículo como Tres perlas de Curtis Garland, y creo que lo son, al margen de sus novelas Londinenses o Victorianas, y alguna que no conozca, claro, pero estas tres son de lo mejor de este autor, y de esta colección que dió tantas de Efecto Scooby Doo. Si las encontrais por ahí, leedlas; al menos pasareis un rato entretenido.

1 comentario:

  1. Los "twist in the end" de Garland son de los buenos, esto es, muy jodidos de pillar, incluso cuando vas sobre aviso. ¡Muchas gracias por este post, Antonio!
    (Me has puesto los dientes largos con "Los vampiros nunca mueren... no pun intended...)

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