martes, 13 de agosto de 2013

David Goodis.

 David Loeb Goodis viene al mundo el 2 de marzo de 1917, en Filadelfia, Pensilvania. En 1939 publica Retreat from Oblivion, novela no perteneciente al genero policiaco, en la que tiene un papel importante en la trama un brigadista internacional en la guerra civil española. A partir de entonces se instala en Nueva York, trabajando para agencias publicitarias y colaborando en diversas revistas pulp. Una muestra de esta produccion se puede encontrar en la revista Delirio, nº 9, La biblioteca del Laberinto. "La escuadrilla de los hombres perdidos", Flighting Aces.
 Tambien trabaja en los seriales radiofonicos, interviniendo en el de Superman, de la ABC. En 1942, contratado por la productora Universal para escribir guiones cinematograficos, se traslada a California donde conoce a Elaine Astor , con la que se casa.


                                                    Elaine, Goodis y "un amigo desconocido".

 En 1943 la pareja se divorcia.
 En 1945 Warner Brothers compra por 25.000 dolares los derechos de la novela, aun inedita, Dark Passage. En enero del ´46 el magazine The Saturday Evening Post aquiere, a su vez, los derechos para su publicacion, y a partir del 20 de julio comienza su difusion seriada.


 El 27 de septiembre del año siguiente se estrena Dark Passage en los cines, dirigida por Delmer Daves e interpretada por Humphrey Bogart, Lauren Bacall y Agnes Morehead.



 En esta obra el autor sienta las bases de lo que será la espina dorsal de su narrativa en el género negro; presenta a un personaje, Vincent Parry, acusado y sentenciado por el asesinato de su esposa, y comienza la novela cuando escapa de la carcel e inicia una angustiosa huida, a la vez que pretende aclarar quién fué el verdadero asesino de su mujer (si a alguien este argumento le recuerda el de la serie de televisión El Fugitivo, que sepa que no es el único, el propio Goodis inició un pleito por plagio con la productora televisiva que ganó, postumamente) En su tortuosa senda hacia la libertad se encuentra con individuos que le ayudan generosamente, sin obtener nada a cambio, como la mujer que acude en su auxilio porque su caso le recuerda al de un familiar tambien acusado injustamente, o un taxista que le reconoce, pero al que le gusta su cara y le ofrece la posibilidad de cambiarsela. Y este en un elemento importante, tanto en la trama de la historia, como en ese cuerpo onírico que impregna toda la obra de Goodis; una suave capa que se manifienta tambien, en Dark Passage, en el imaginado diálogo que mantiene Vincent Parry con su amigo trompetista asesinado, o en el argumento de "cículo vicioso" o de espiral de Nightfall (El Anochecer), o en la espesa y claustofóbica cualidad del ambiente en Black Friday (Viernes Trece), o The Burglar (Rateros), el binomio de ladrones de casas, donde todo transcurre como en una de esas pesadillas en las que corremos, luchamos por avanzar hacia un objetivo cercano que nunca alcanzamos, se aleja a medida que nos arrastramos hacia esa puerta-meta-salida y siempre (siempre) nos despertamos antes de llegar, quizá porque no hay nada donde llegar, que al otro lado de la puerta no haya nada.
 






 Y, quizás sea esta una de las razones de la escasa popularidad entre el público lector de uno de los mejores autores de su generación, su frustrante empeño , en algunas de sus obras, de finalizar de manera ágria, de  golpear a sus personajes sin misericordia, apurando sus desventuras hasta las últimas circunstancias.* Quizás este rasgo esté más acentuado en Calle sin Retorno, o en Disparen sobre el Pianista, su obra más reconocible, por razones ajenas a las literarias (la película de Truffaut, que en Francia Goodis es casi un autor de culto), pero no es un rasgo que compartan todas sus novelas; tambien las tiene, si no optimistas (que ya sabemos que un pesimista es un optimista bien informado), si al menos moderadamente esperanzadoras. De cualquier manera no seré yo quien diga como acaba una novela, ni cuales son unas u otras en la obra de Goodis. Pero si es cierto que toda obra literaria posee un coherencia interna que la recorre de cabeza a piés, desde los primeros párrafos de esta se debería intuir su conclusión. Al menos no sorprendernos.
 Para zanjar el tema haremos nuestras las palabras que el abuelo de la novela (y la película) de William Goldman La Princesa Prometida, dirige a su nieto, cuando este le reprocha que en el cuento (ficticio) que le lee, el protagonista Muera, por que eso no es Justo: "¿A tí quién te ha dicho que la Vida es Justa?"
en España.
 Siguiendo con la cronología de la vida y obras de David Goodis añadiremos que, a su regreso a su Filadelfia natal, comienza a publicar en la coleccion Gold Medal, las ediciones de bolsillo en tapa blanda. En la década de los cincuenta aparecen relatos suyos en la revista Manhunt: The Blue Swetheart, Professional Man, The Plunge, Black Puding, etc..., lamentablemente inéditos en España. 





 El 7 de enero de 1967 fallece el autor mientras palea la nieve de la puerta de su casa. Se comenta que a consecuencia de la paliza recibida en un mal encuentro en uno de los garitos que frecuentaba, en los ambientes nocturnos de Filadelfia, lugares en los que ambienta muchas de sus obras, amen de otras localizaciones de la ciudad, y razón por la cual algunos de sus conciudadanos comienzan a reivindicarlo. En el sitio www.davidgoodis.com se hace un completo repaso a los escenarios reales que aparecen en sus novelas, así como reseñan una interesante información sobre el autor y su obra.
 Pero la mayor parte de la información recopilada para elaborar este pequeño comentario se debe al trabajo de Javier Coma, el mayor experto en este pais de la obra de David Goodis, director de la coleccion Black, de Plaza & Janes.



* Quedan muchas cosas en el tintero: el vínculo "onírico" que une a David Goodis con otro gran autor olvidado, Cornell Woolrich/William Irish, u otro interesante autor de su generación Bill Ballinger con Retrato de Humo o El Segundo más Largo; la circunscripción en el rincón de "los malditos" junto con Jim Thompson, un autor "duro" y poco dado a halagar a sus lectores; pero eso, como diría el tabernero de Irma, La Dulce es otra historia.

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