domingo, 4 de agosto de 2013

La luz al final del tunel (lecturas veraniegas 1)


 En la revista Gigamesh nº 2, de Agosto/Septiembre de 1991, en la reseña de Jesús Palacios de esta novela (La luz al final del tunel, John Skipp y Caig Spector, en Gran Super Terror de Martinez roca, 1991), comenzaba poniendo de manifiesto que estaba un pelín harto de la moda de novelas de vampiros sensibles, "humanos", tan en boga entonces gracias a las novelas de no-muertos románticos (en la mala acepción de la palabra y el concepto) de Ann Rice, por ejemplo.
 Años despues la situación sigue siendo similar o peor; quizás los niveles de confusión -fusión entre la novela Rosa y la de Vampiros para adolescentes haya alcanzado proporciones de plaga bíblica. pero, hoy como antaño, llega la novela de Skipp y Spector para sacudirnos y reanimarnos. Un buen "chute" de Vampiros de verdad (sea cual sea esa Verdad, pero siendo como es la Verdad que nos gusta), donde los acontecimientos se precipitan desde la primera página y nos arrastran y deslizan por una pendiente resbaladiza por la sangre, sobre un trineo de cuchillas afiladas, sin frenos.
 Si sois más de Noche de miedo (Fright Night, 1985) o Los viajeros de la noche (Near Dark,1987, Kathryn Bigelow) que de Jóvenes Ocultos o La saga Crepúsculo, buscad esta novela en las librerias de viejo, o mercadillos, porque, como decia Jesús Palacios, quizás esto no sea Literatura, pero es sin duda Entretenimiento; es pasarlo Bien pasándolo mal. Porque los vampiros no son "buenas personas"; no son "personas", son unos Malditos Hijos de Puta ante los que sólo caben dos posibilidades: huir como alma que lleva el diablo, o tratar de exterminarlos. No hay otra alternativa.


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