lunes, 24 de junio de 2013

Fredric Brown.


Como se comentó en una entrada anterior en este blog, tanto la colección Círculo del Crimen, de Forum, como Club del Misterio, de Brugera, fueron una estupenda oportunidad para profundizar en ese género que ya habíamos conocido, los que rondamos la cincuentena, a través del ciclo de cine negro americano en Televisión Española. Llegaron en el momento justo de nuestra biografía en que, habiendo catado ya droga de la lectura, lo leíamos todo; lo que cayera en nuestras manos inexpertas era pasto de nuestra ansia lectora. Y, aunque no pude satisfacer en aquellos dias mi interes original e innato por la Fantasía, ya sea en su variante de ciencia ficción, ya en la de los cuentos de hadas (el recuerdo de las ilustraciones de El Barón de Munchausen en un volumen de recopilaciones de estas historias para niños permanece indeleble en mi memoria), si pude descubrir, gracias a Club del Misterio, una selección importante de la narrativa popular policíaca. Tomé contacto con ciertos autores que me acompañarían, despues, a lo largo de mi vida, y aprendí a discriminar a aquellos que no merecieron mi atención. Desde muy pronto me decanté por eso que hemos dado en llamar Género Negro, dificil de acotar, pero perfectamente identificable para los aficionados. No es novela-enigma, ni novela de espias, ni aventura urbana, aunque puede ser un poco de todo esto.
 Estas colecciones abundaban en esta generalidad, más editorial que de otro tipo, en la que, para comenzar Círculo del Crimen, lo hacían, al precio de oferta de 50 pesetas, la novelas El Tercer Hombre, de Graham Greene, y Llamada para el  Muerto, de Jhon Le Carre; estimables novelas y autores, pero encuadrados en una corriente general literaria.
 El caso es que, el siguiente autor, en el orden de publicación de la colección, en llamarme la atención fué un tal Fredric Brown, con una novela apasionante, llena de elementos sorprendentes, en su trama y en la elección del protagonismo de la historia, un periodista alcohólico (aunque esa palabra jamás aparece asociada a él, en la novela), metido, por azar, en un caso de un asesino en serie de mujeres, conocido como el Destripador, y con un título original muy significativo, elemento importante en la trama, hurtado en esta edición: The Sceaming Mimi. Comprendo que es un título dificil de trasvasar a otro idioma, pero el elegido (La Caza del Asesino) es totalmente neutro y anodino.



 Tiempo después me encontré con otra novela del autor, y, de nuevo, me dejé llevar por una narración deslizante, suave pero contínua, que incidía en el protagonismo de un periodista, en esta ocasión, en una pequeña localidad pequeña y árida de Arizona, y una incidencia, desde el propio título, en el alcohol: One for the Road, 1958. Un Trago para el Camino, en esta edición.

 le siguió, en el personal orden de lectura de las obras de Brown, la que el propio autor consideraba su mejor obra: La Trampa Fabulosa (The Fabulous Clipjoint, 1947), el comienzo de lo que sería una serie de novelas protagonizadas por Ed, y su tio Am Hunter, investigadores privados y casi amateurs, bebedores sociales, feriantes, trotamundos de vocación, como el mismo Brown, al parecer.



 Quizás esta sea la mejor novela de Fredric Brown, en el género policial. Ganó el premio Edgar de 1948, y fué merecido.
 Tiempo después llegó a las librerías la colección Black, de Plaza & Janés, un intento muy interesante de javier Coma, como director de la colección, por recuperar y dar a conocer aquellas obras pertenecientes a esta denominación y espíritu, y, al llegarle el turno a nuestro autor, publicaron la siguiente en la relación de novelas de Ed y Am Hunter; La Viva Imagen (The Dear Ringer, 1948). tambien se editó El Asesinato como diversión, una obra menor de su producción, pero con suficientes elementos interesantes para ser recomendable.




 Quizás el resto de novelas que conozco de él no alcancen los niveles de las reseñadas en principio (no comparto el entusiasmo general por La Noche a Través del Espejo - Nigth ot the Jabberwock-, quizás porque tampoco comparto el entusiasmo por Alice in Wonderland, lo siento), pero, personalmente, encontré en su otra vertiente narrativa, el de la ciencia ficción, y sobre todo en su dedicación al cuento y la novela corta, una serie de obras magistrales. Hablo de Ven y Enloquece, de ¡Vete de aquí, Marciano!, de Universo de Locos, de decenas de relatos ultracortos, donde dá su total medida traviesa e irónica, a veces bufa, a veces trágica, lúcida siempre, desmintiendo la ebriedad de su vida. O confirmándola. Quizá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario