jueves, 20 de junio de 2013

Ross Macdonald.



En la categoria de Género Criminal caben muchas variantes de esta modalidad narrativa que tiene como motivo principal el planteamiamiento de un crimen o delito, cometido o por cometer, y las consecuencias de estos sobre los individuos a su alrededor. Entran en esta gran estantería desde la novela enigma decimonónica, a la aventura urbana (que se nutre de la novela popular o pulp, con sus personajes hard-boiled, mezcla de investigadores y vengadores), al juego subterráneo de los agentes secretos y las "guerras frías". Para mayor comodidad a la hora de la búsqueda del lector, y para el ofrecimiento directo de las editoriales, se hacen necesarias las etiquetas y las clasificaciones. Una de ellas, muy importante en la producción y en la impronta grabada en el inconsciente colectivo popular gracias al cine y la televisión,  es la del Detective Privado; y aquí se siguen dando las clasificaciones, porque caben en esta definición tanto Hercules Poirot hasta Mike Hammer, desde el culto y refinado portento de inteligencia que se mueve en escenarios burgeses y acomodados, hasta el más intuitivo y directo gato callejero, urbano y siempre escaso de recursos.
 A medio camino entre uno y otro arquetipo están esos investigadores particulares que reflexionan en voz alta, que están atentos al escenario y los tipos humanos entre los que se mueven, que sacan conclusiones que van más allá que la mera superfície, y que saben que la suciedad no desaparece del entorno con la desaparición de escena del elemento perturbador (el criminal).
 En esa escuela de la calle (porque son de ella y petenecen a ella) viven las creaciones de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Ross Macdonal, y algunos más. En el caso del primero, además de crear todas las categorías modernas de ese llamado Género Negro, desde la crónica gangsteril de La llave de cristal, hasta la comedia criminal con El hombre delgado, perfila el molde en el que encajarán todos los detectives privados posteriores: Sam Spade y tambien el agente de la Continental. El segundo (Raymond Chandler) se centra en el grueso de su producción novelistica criminal en un personaje, que en el imaginario colectivo tendría para siempre la imagen de Humprey Bogart, desde que protagonizó la versión cinematográfica de El sueño eterno, basada en la novela del mismo título, llamado Philip Marlowe (aunque en realidad, físicamente, el detective privado descrito por el autor toma sus características de Cary Grant). Chandler aporta un más cuidado estilo literario a la narrativa criminal, y fija el vaciado del arquetipo, pero eso, como diría el tabernero de Irma la dulce, la película de Billy Wilder, es otra historia.
 El otro componente del triunvirato de creadores de investigadores privados es Ross Macdonald (de verdadero nombre Kenneth Millar, 1915- 1983, esposo que fué de la tambien escritora Margaret Millar, 1915- 1994). Macdonald crea a Lew Archer en la novela The moving target, 1949, El blanco móvil.
 Hay quien opina que todos los escritores, en el fondo, siempre cuentan la misma historia, de diferentes maneras. Si esto es cierto, en el caso de Ross Macdonald se podría decir que, desde el primer capítulo de esa larga novela que empezara con The moving target su mensaje es claro y definido; Según Macdonald- Millar la sociedad, sobre todo la que está más arriba en la pirámide, practica un juego de apariencias, de espejos deformantes que ocultan o difuminan la podredumbre. Lew Archer actua cono una espoleta de un explosivo enterrado durante años, que al final, pondrá al descubierto la falsedad de un núcleo familiar hipócrita y frágil. El detective privado casi se limita a ser un testigo del derrumbe de ese edificio social y personal, como una de esas mansiones californianas, a pié de playa, de cimientos inestables, cuidando que los escombros no caigan sobre los inocentes, los desclasados o los vencidos. En ese extenso volumen, o en esa serie de cuadros con un tema común, consige variaciones interesantes (como El caso Galton, o La piscina de los ahogados) hasta alcanzar la versión definitiva con The underground man, 1971, El hombre enterrado.
 Por espacio de dos películas Lew Archer tuvo la encarnadura de Paul Newman, rebautizado Harper, en Harper, Harper, Investigador Privado, 1966. Y The drownig pool, 1975. Piscina Mortal.



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